jueves, 28 de marzo de 2013

Casa Veracruz, por Karime Macías


Karime Macías de Duarte | 28 de marzo  de 2013)
Los buenos nombres encierran una historia.
Difiero de Julieta (sí, la de Romeo) cuando desde su balcón reflexiona en voz alta para decirnos: “Qué hay en un nombre? Lo que llamamos rosa exhalaría el mismo grato perfume con cualquier denominación”.
39068_55Yo no lo creo así, y por lo visto Shakespeare tampoco. Si algo queda claro en dicha obra de teatro es que los nombres son importantes, pesan, tienen alma, son códigos que nos cuentan amores o guerras. Una sola palabra encierra tesoros históricos.
El nombre de nuestro estado, Veracruz de Ignacio de la Llave, sostiene mi teoría.
Los españoles la bautizaron como La Villa Rica de la Vera Cruz, por haber desembarcado Hernán Cortés y sus hombres un Viernes Santo o día de la Verdadera Cruz, de la VERA CRUZ; lo de Villa Rica era por hacer honor a las riquezas prometidas a Cortés por sus antecesores.
El nombre del primer ayuntamiento de América continental no dejaba lugar a dudas: señalaba el momento de llegada y las intenciones de los españoles.
En 1786 nuestro territorio recibe el nombre de Veracruz y en la Constitución de 1824 se le da el nombre de Estado Libre y Soberano de Veracruz.
Es en honor al General Ignacio de la Llave quien combatió heroicamente a los franceses que invadieron nuestro país cuando, a raíz de su muerte, el 10 de julio de 1863 por decreto, se denomina Estado Libre y Soberano de Veracruz – Llave.
Sin duda es un buen nombre pues cada palabra nos lleva a recorrer pasajes de la historia de nuestro país, lugares comunes en la memoria de todos los mexicanos.
Y todo empezó un día como hoy.
Un Jueves Santo llegaron a la costa y el Viernes Santo desembarcaban en esta tierra nuestra para darle nombre y con ello, destino.

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